Los días han pasado volando pero al mismo tiempo se han hecho eternos. Por fin puedo decir que la espera ha merecido la pena, y que aquella lejana idea que empezó a rondarme hace unos meses está tomando forma.
Ser au pair en USA es mucho más complicado de lo
que había imaginado, pero todo tiene su recompensa, así que después
de trámites y más trámites, referencias, entrevistas, certificados
y más entrevistas, es hora de decir, ¡Los Angeles, allá voy! El
próximo 20 de enero empieza la aventura...
La búsqueda de familia ha sido la parte más
complicada de todo esto. Ese torbellino de sentimientos y emociones
que te invade cada vez que una familia quiere conocerte, cada vez que
hablas con ellos, las dudas sobre si será la familia adecuada, los
nervios y la incertidumbre de la espera...
No paro de imaginarme cómo va a ser mi vida allí,
cuántas cosas voy a poder descubrir, aprender, disfrutar, conocer,
cuánto voy a echar de menos todo esto... Pero merece la pena saber
que hay dos pequeñas aprendices que están deseando recibir sus
primeras clases de ballet y de español.
Nunca pensé que este mundillo au pair pudiera
llegar a ofrecerme tantas cosas buenas, pero este intercambio constante
de tradiciones ha empezado a aportarme mucho más de lo que esperaba.
Estoy deseando llegar, ver esas caritas, y oír sus vocecillas. No sé
si van a ser capaces de pronunciar mi nombre, pero sé que van a
poder enseñarme tanto o más que yo a ellas.
Si todo va bien, y espero que sí, Los Angeles no
será mi único destino. Mi familia planea mudarse a San
Francisco en julio, y precisamente fue éste uno de los motivos por los que decidí que quería estar con ellos. Poder vivir en dos ciudades tan
diferentes no es algo que se pueda hacer a menudo. Así que hasta que
pueda crear mi propio álbum, voy a ir imaginando cómo será todo
aquello.
¡Hasta pronto!
¡Hasta pronto!
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